El delito de desobediencia a la autoridad es más frecuente de lo que parece: controles de tráfico, requerimientos policiales que no se cumplen, negativas a identificarse, incumplimiento de órdenes claras de agentes, etc. Muchas personas se sorprenden cuando descubren que una “mala reacción” en un momento tenso puede acabar en un procedimiento penal, con antecedentes y, en algunos casos, penas de prisión.
Álvaro Prieto cuenta con experiencia en defensa penal, sabemos que la clave está en entender bien qué se considera desobediencia grave, qué no lo es, y cómo enfocar la estrategia de defensa desde el primer momento.
¿Qué es el delito de desobediencia a la autoridad?
De forma sencilla, hablamos de delito de desobediencia a la autoridad cuando una persona se niega de manera clara y voluntaria a cumplir una orden legítima dada por una autoridad o sus agentes (Policía, Guardia Civil, policías locales, jueces, etc.), siempre que esa conducta sea grave.
No cualquier desacuerdo o comentario desafortunado es delito. Para que exista responsabilidad penal, normalmente deben darse tres elementos básicos.
Elementos habituales de la desobediencia grave
Suele exigirse que:
- Exista una orden clara y concreta, comunicada por una autoridad o agente en el ejercicio de sus funciones (por ejemplo, “entrégueme su documentación”, “retírese de la zona”, “suba al vehículo policial”).
- Esa orden sea legítima y legal (no se puede exigir algo arbitrario o contrario a derecho).
- El destinatario se niegue de forma contumaz y consciente a cumplirla, pese a las advertencias, y esa negativa tenga la entidad suficiente para considerarse “grave” en el contexto.
Cuando la negativa es ocasional, fruto del nerviosismo o se corrige de inmediato, en muchos casos no se llega al delito y puede quedar en una simple infracción administrativa (multa) o incluso archivarse.
Desobediencia leve vs desobediencia grave
La diferencia entre una desobediencia leve (sancionable con multa administrativa) y una desobediencia grave (delito) es clave en la práctica. No está siempre delimitada de forma matemática, por lo que la valoración del caso concreto es muy importante.
Supuestos que suelen considerarse desobediencia leve
De forma orientativa, se encuadran muchas veces como desobediencia leve:
- Retrasos puntuales en cumplir la orden, pero finalmente se acata.
- Negativas iniciales fruto del enfado o nerviosismo, pero que cesan tras una sola advertencia.
- Comportamientos poco respetuosos que no impiden realmente el trabajo policial o judicial.
Estos casos pueden acarrear una sanción administrativa (multas, por ejemplo en materia de seguridad ciudadana), pero no un procedimiento penal por delito.
Supuestos que suelen considerarse desobediencia grave
En cambio, se suele hablar de desobediencia grave a la autoridad cuando:
- La persona se niega repetidamente a identificarse o a cumplir las órdenes, pese a las advertencias.
- La negativa supone una obstaculización clara de una actuación policial o judicial (por ejemplo, impedir un desalojo ordenado por un juez).
- Se incumplen mandatos directos de jueces o tribunales (por ejemplo, órdenes de comparecer, órdenes de alejamiento, etc.).
En este tipo de situaciones es cuando la actuación puede encajar en el delito de desobediencia a la autoridad y abrir diligencias penales.
Qué penas puede conllevar el delito de desobediencia a la autoridad
Las penas varían en función de la gravedad y de si existen otros delitos asociados (resistencia, atentado, lesiones a agentes, daños, etc.). De forma general, la desobediencia grave puede conllevar:
- Multas penales de cierta entidad, que se calculan por días y cuantía diaria.
- Antecedentes penales, incluso aunque no haya pena de prisión efectiva.
- En casos más serios, especialmente si concurren otros delitos, puede llegarse a penas de prisión.
Es habitual que, sobre todo en personas sin antecedentes, se planteen soluciones como la conformidad penal o mecanismos para evitar el ingreso efectivo en prisión, pero esto depende mucho del caso y de la estrategia de defensa.
Ejemplos habituales de desobediencia a la autoridad
Vemos con relativa frecuencia procedimientos por:
- Negarse a identificarse o facilitar el DNI en un control o intervención policial, pese a insistentes requerimientos.
- No respetar repetidas veces las órdenes de separación en una discusión en la vía pública o en un local, dificultando la actuación de la policía.
- Incumplir un mandato judicial concreto (comparecencias, medidas cautelares, etc.).
- Desobedecer instrucciones claras en un control de alcoholemia o de drogas (negativa a realizar determinadas pruebas, con matices según el caso).
Cada situación tiene matices y no todo lo que la policía califica inicialmente como desobediencia grave termina siendo delito tras el análisis jurídico.
Cómo se desarrolla el procedimiento penal por desobediencia
Lo habitual es que el procedimiento comience con una detención o, en ocasiones, con una citación como investigado tras un atestado policial. A partir de ahí, pueden seguirse distintas vías, como los juicios rápidos si se cumplen los requisitos.
Fases habituales del proceso
- Actuación policial y redacción del atestado, con declaración del investigado y de los agentes actuantes.
- Puesta a disposición judicial o citación para declarar ante el Juzgado de Instrucción.
- Investigación (instrucción), donde se valoran testificales, posibles vídeos, partes médicos si los hubiera, etc.
- Posible propuesta de conformidad (acuerdo) con Fiscalía, o preparación del juicio si se mantiene la defensa plena.
- Juicio oral y sentencia.
Contar con un abogado penalista desde el primer momento es clave para orientar correctamente las declaraciones tanto en comisaría como en sede judicial.
Estrategias de defensa en el delito de desobediencia a la autoridad
No todos los casos de desobediencia a la autoridad son iguales. Un análisis detallado del atestado, de las declaraciones de los agentes y de las pruebas disponibles puede permitir distintas estrategias de defensa, entre ellas:
Cuestionar la gravedad de la conducta
En muchos procedimientos se discute si la actuación del acusado realmente tuvo la entidad suficiente para considerarse desobediencia grave o si, por el contrario, se trató de una conducta leve, nerviosismo puntual o simple malentendido. En esos casos puede defenderse que, en todo caso, estaríamos ante una infracción administrativa y no ante un delito.
Analizar la legitimidad y claridad de la orden
Otra línea de defensa es revisar si la orden dada por la autoridad era:
- Clara, de manera que el ciudadano pudiera entender sin duda qué se le exigía.
- Concreta, no una indicación genérica o confusa.
- Legítima y ajustada a Derecho.
Si la orden no cumple estos requisitos, puede discutirse la existencia del delito de desobediencia a la autoridad.
Estado emocional, nerviosismo y contexto
Las reacciones en situaciones de estrés (discusiones familiares, intervenciones de madrugada, conflictos en locales de ocio, etc.) pueden provocar respuestas poco afortunadas, pero no siempre dolosas en sentido penal. Aportar contexto, testigos y otros elementos puede ayudar a rebajar la gravedad o incluso lograr una absolución.
Errores frecuentes y riesgos de no asesorarse bien
Vemos con frecuencia estos errores:
- Declarar sin abogado o sin haber leído el atestado con calma.
- Reconocer hechos que el propio atestado no concreta, por desconocimiento o nerviosismo.
- Aceptar una conformidad penal rápida sin valorar las consecuencias en términos de antecedentes penales y su impacto futuro (trabajo, extranjería, oposiciones, etc.).
- Pensar que “como solo es desobediencia, no es grave”, y descuidar la defensa.
No contar con un asesoramiento especializado puede terminar en una condena evitable, en multas elevadas o en antecedentes que condicionan situaciones futuras.
¿Cuándo es especialmente recomendable acudir a un abogado penalista?
Es aconsejable acudir a un despacho especializado en derecho penal siempre que:
- Te hayan detenido o citado como investigado por desobediencia a la autoridad.
- Exista un atestado policial donde se mencionen varios delitos (desobediencia, resistencia, lesiones, atentado, etc.).
- Tengas antecedentes penales previos y te preocupe el riesgo de prisión.
- Seas extranjero y te pueda afectar a tu situación de residencia o a futuras solicitudes de nacionalidad.
- Te planteen una conformidad penal y no tengas claro si te conviene aceptarla.
Un estudio individualizado del caso permite valorar si es defendible la absolución, si conviene negociar una pena menor o si hay margen para evitar el ingreso en prisión.
No dudes en ponerte en contacto si tienes alguna duda.


